"El alpinismo de mis tiempos está muerto"Usted creció en los años cuarenta con la Segunda Guerra Mundial, ¿qué le hizo en ese tiempo tan difícil convertirse en un hombre de montaña?
Pues mire, yo viví y sufrí la guerra en mis propias carnes. Vi a gente morir de hambre, a los partisanos, a Italia sin rey o la ejecución de Mussolini. Tenía 15 años y el mundo que me había creado se vino totalmente abajo y me quedé sin perspectivas. Así que busqué mi propio refugio personal en las montañas.
Pero usted tiene una visión muy particular de la montaña en la que el honor y el riesgo prevalece ante todo.
Sí, me creé una lógica y un sentido de la honestidad que no siempre me ha sido correspondido por la gente con la que me he relacionado. En cuanto al riesgo, creo que la única manera posible de concebir el alpinismo es con los medios tradicionales, sin ayudas de ningún tipo.
Entonces las expediciones comerciales que se montan en la actualidad, ¿qué crédito le merecen?
No soy quien para juzgar lo que hacen los dem no me gusta hablar mal de nadie. Pero sí creo que el alpinismo tradicional, tal como se concebía, ha muerto. Ha habido una fractura en el mundo de la montaña. Antes había unas reglas que respetábamos y ahora no existe un código de honor fijo. Escalar montañas como se hace ahora, ya no tiene sentido... Bueno, quizá haya sido radical: digamos que hay un 20 por ciento que hacen el alpinismo que yo defiendo.
¿Se respetan los valores naturales de la montaña?
Le responderé con una frase que no es mía: "El hombre o aprende a vivir o será el final de todo". El ser humano no es consciente del peligro al que está expuesto.
¿Y qué le parece la situación en el Tíbet y las protestas que está habiendo contra China y los Juegos Olímpicos?
Me parece indignante y considero que los países occidentales se están sometiendo al poderío económico de China dejando de lado los Derechos Humanos. Además, el problema se agrava cuando se trata de una competición como la olímpica en la que la divisa es el juego limpio.
¿Qué representa para usted la montaña?
Para mí es un símbolo de vida. Cada uno tiene su propia montaña particular y debe intentar superarla con todas sus fuerzas respetando siempre sus propios principios.
¿Tiene alguna montaña predilecta?
He vivido grandes momentos y no me gusta decantarme. Sería hacerles un feo. Le guardo mucho cariño a la vía que creé en 1955 en el Dru (Alpes).
¿Y el K2?
Fue también un gran hito formar parte de la primera expedición del K2. Aunque luego llegó la polémica.
(Bonatti fue acusado de usar parte del oxígeno que porteó para que sus compañeros, Lacedelli y Compagnoni, pudieran realizar la primera ascensión del K2 en 1954).
El tiempo le dio la razón.
Sí, es una muestra de que al final, cuando las cosas se hacen con honestidad y coherencia todo resulta bien.
En 1965 abandonó la montaña. ¿A qué se dedicó?
Decidí cambiar mi visión vertical de la vida por una más amplia de 360 grados. Y me dediqué a viajar por el mundo subvencionado por mi amigo Arnaldo Mondadori, propietario del Diario Época. Eso sí, siempre he viajado con la humildad suficiente como para aprender de la gente de los lugares en los que he estado. Hoy día, continúo manteniendo la ilusión por viajar.
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